No hay tiempo. Y en la falta de tiempo, a la velocidad creciente a la que transitan nuestras obligaciones, cualquier ofensa se despacha con un dardo automático e irreflexivo. Parece que no queremos tener tiempo, que el silencio o la calma son síntomas de un hastío crónico y patológico, delimitadores de una personalidad homeotérmica. Nos gusta […]