Y entre las almenas del tiempo, se descubren pasadizos que siempre estuvieron a plena vista. Las rabias sentidas a tenor de los tropiezos que se acoplaron a la vida. Le hacen preguntarse a uno cómo cuándo y por qué. Que de dónde sale este fuego fatuo, cálido y sincrónico, ahora que el gas está por […]
fuego
A las puertas
A las puertas de qué, pregunto. Como si hubiera algún momento en el que no se cruzara el umbral de una nueva. Sobre la cabeza siempre se yergue otro quicio.Atrapo nervioso la verdad, por el cuello, rezando para que no sea lo suficientemente escurridiza como para que me muerda la mano. Ya son semanas escuchando […]
De aire y de barro
Vamos a suponer que titilan las luces al entrar en el coche, y que todas las farolas se apagan al unísono. Que un foco etéreo y rojizo calienta nuestras caras, como la resistencia vergonzosa de un antiguo calefactor. Y que a pesar del bochorno de las pupilas clavadas, ni un alma en pena sería capaz […]
Identitatem

No resulta sencillo amarrar en el musgo; carece de vigor y arraigo como para soportar la tensión ejercida por la voluntad. No es útil enraizar en suelo mustio, donde los nutrientes escasean.Quisiera escupir la tierra circundante, y observar si el líquido del desprecio espabila al sustrato. Raquítica, escuálida y acomplejada. Demasiado blanda, demasiado seca. Me […]
La última hora del lobo

Tres vueltas de llave. Una ráfaga de aire estanco, celador polvoriento y paciente, invade sus fosas nasales y le da la bienvenida. La puerta arrastra hacia el interior un arco de partículas fosilizadas por el tiempo, dejando el surco característico de aquellos umbrales que merece la pena traspasar. No siente frío todavía, pero no le […]
Fahrenheit 451, por Ray Bradbury

Fahrenheit 451: la temperatura a la que el papel de los libros se inflama y arde. No es la primera vez que abordo este libro. A los quince años cayó en mis manos por casualidad, y ciertamente lo devoré enseguida (tampoco es muy largo). Por supuesto, a esa edad, no pude o no supe extraer todo […]
El guardián de la ceniza

El silencio corroía todo el espacio. Lloraba, pero no ocurría el sonido. El charco de lágrimas a sus pies no era más que un testimonio fugaz de su crimen. Tiritando, con carámbanos por huesos, zozobraba en aquel suelo de piedra impregnado por el hedor de la muerte. El frío se alejaba de nuevo, tras horas […]