Quien no ha nacido en el mar

Si la agonía no se atas­ca, al menos fluye veloz y ani­mosa. Si ten­go, no muero. No me entero de la despresur­ización. Que mi inson­sciente se ahogue en el tram­pan­to­jo, que yo aplau­do, y luego en la madru­ga­da flu­o­res­cente, lloro. Hago la dige­sión de las ofer­tas, y estas me descom­po­nen en cade­nas autodi­geri­bles. Si sé […]